Entrevista a Juan Arnau con motivo de la presentación de la Bhagavad Gita en Casa Asia, Madrid.

El pasado 2 de Junio presentamos en Casa Asia de Madrid la traducción de Juan Arnau del clásico hindú Bhagavadgītā, que también se presentó en Barcelona el 26 de mayo.


A continuación, os ofrecemos una entrevista original con el autor de la traducción, el sanscritista y filósofo Juan Arnau.




Aunque en Aravali nos dedicamos principalmente a la literatura contemporánea, lo cierto es que merece la pena detenerse largamente en esta nueva traducción de la Gītā, que con toda seguridad se va a convertir en la edición de referencia en español a partir de ahora. 

Uno de los grandes aciertos es el formato de edición: sin excesivas notas críticas, que en muchos casos entorpecen la lectura en lugar de completarla, y con un estilo fluido que permite leer el texto sin esfuerzo y sin necesidad de erudición. Al mismo tiempo, Arnau nos proporciona una detallada introducción en la que nos plantea la posibilidad de una lectura de la Bhagavadgītā desde la filosofía
sāṃkhya, y no desde el vedānta como estamos más acostumbrados.


De esto y otras cosas estuvimos hablando con Juan Arnau


















Nuño Aguirre:
En Aravali dedicamos nuestras energías a traducir y presentar fundamentalmente autores modernos y contemporáneos, con el objetivo de salir de los estereotipos sobre la India hindú y mostrar otras facetas distintas de la vasta cultura del subcontinente. Por eso, la primera pregunta es obligada: ¿con todo lo que se podría haber publicado, cómo se te ocurrió hacer una (nueva) traducción de la Gītā? Ya hay varias ediciones disponibles, ¿no hubiera sido mejor dar foco a otras fuentes clásicas de la tradición hindú?

Juan Arnau:
Las cosas surgen siempre en su circunstancia. En este caso me pidieron un artículo sobre la Bhagavad Gītā en México y me puse a releer la obra. Leí las versiones españolas e inglesas que pude encontrar y consulté el texto sánscrito en aquellos puntos que me parecían oscuros. Yo acababa de terminar (de nuevo la circunstancia) un trabajo exhaustivo sobre la cosmovisión sāṃkhya. Y vi que ese era el trasfondo de la obra y que eso no se reflejaba en las traducciones que había consultado. De modo que se me ocurrió la peregrina idea de hacer una nueva traducción. Tarde cerca de un año y fue una delicia. El texto ejerció su magia devocional sobre el traductor y se hicieron ciertas aquellas palabras de Charles Péguy según las cuales la oración es el trabajo de los hombres libres y el trabajo es la oración de los esclavos.

NA: Queríamos que nos hablaras un poco de tu trayectoria: Tú comenzaste a estudiar sánscrito en Benarés, junto a Oscar Pujol. ¿Ya entonces tomaste contacto con la Bhagavad Gītā?

JA: Bueno, entonces leí muchos textos de la tradición hindú, sobre todo las Upaniṣad y por supuesto también la Bhagavad Gītā. Pero lo que de verdad me acercó al universo indio fue contemplar toda aquella atmósfera, todos aquellos rituales, devocionales y también filosóficos, que podían verse en Benarés. Allí conocí a algunos de los que siguen siendo mis grandes amigos, no sólo a Óscar Pujol, que estaba preparando el diccionario de sánscrito, y cuyas conversaciones despertaron mi vocación de indólogo, también a Luis Lechiguero, que era director de la leprosería de Benarés o a Álvaro Enterría, que tenía una librería en Godowlia.




 
 

 Kṛṣṇa, el auriga, y Arjuna, el guerrero, son los interlocutores del diálogo que conforma la Bhagavadgītā. Cuando el guerrero desfallece ante la perspectiva de matar a familiares y amigos del bando contrario, Kṛṣṇa toma la palabra. En la traducción de Arnau: "Oh Arjuna, ¿de dónde proviene ese abatimiento? No es digno de tu nobleza, ni te conducirá al paraíso o a la gloria. Apártalo de ti, no te abandones a la impotencia".



NA: En tu presentación utilizas un enfoque muy didáctico, que combina el tono accesible con la erudición. Allí mencionas que, frente a la percepción/recepción vedantina del texto, la Bhagavad Gītā “tiene como trasfondo la cosmovisión de la filosofía sāṃkhya, de modo que hay que conocerla para dilucidar algunos pasajes”. ¿Cómo llegaste a esta conclusión, y en qué sentido es esencial conocer el sāṃkhya para entender la Gītā?

JA: La introducción trata de combinar aspectos eruditos, lo que se ha dicho del texto a lo largo de la historia, con otros más prácticos de cómo leer e interiorizar el texto. La cuestión del sāṃkhya me parece decisiva porque yo en cierto sentido soy un filósofo sāṃkhya, es decir, vivo en ese mito, o en esa narración de lo que el universo es.

NA: ¿Y qué es el universo según el sāṃkhya?

Una tensión esencial entre la contemplación y la creatividad, no exenta de amor y seducciones.


NA: Mencionas en tu introducción una intuición contemplativa esencial, la de “los dos yoes que habitan en el hombre” y que “corresponden a dos naturalezas”. Además, trazas un paralelo con la tradición occidental a través de las figuras de Daudet, W. James o Borges, lo cual es de agradecer. ¿Cuál es tu intención al mencionar estos autores al tiempo que explicas nociones como prakṛti y puruṣa?

JA: Creo que todos estos autores confirman la gran intuición de la Gītā, que también fue de Novalis. Según ésta, el hombre vive al mismo tiempo dentro y fuera de la naturaleza. Esa es la magia del puruṣa, parece que está dentro, pero está fuera. Y esa es también la magia de la prakṛti, cuyo hechizo hechiza todavía a la ciencia contemporánea: parece que está ella sola, cuando en realidad baila para otro.

NA: En ocasiones me parece advertir en la Bhagavad Gītā una respuesta al movimiento Śramaṇa, con su énfasis en la renuncia al mundo, la gnosis del bosque y una ética no-violenta radical. Señalas en tu introducción ciertos ‘ecos budistas’, pero también parece darle una réplica contundente.

JA: La Gita es fundamentalmente un manual de instrucciones para la vida y una defensa de la actividad y no del retiro. El texto parece decir: hay que estar en el mundo, hay que luchar, pero con una actitud muy especial, con la mente puesta en aquello que está fuera de la naturaleza. Eso que está fuera puede ser lo divino, y en este caso tenemos la actitud devocional de los bhāgavata, o puede ser la conciencia primordial de la que habla el sāṃkhya, que está fuera del mundo aunque parece estar en él.

  En el capítulo 11 tiene lugar una de las teofanías más impresionantes de la historia del mundo. Después de haber recibido instrucción acerca del jñanayoga, del karmayoga y del bhaktiyoga, Arjuna le pide al dios que le revele su forma divina. Kṛṣṇa accede, con estas palabras: "contempla ahora mi cuerpo, Arjuna, en él verás el universo entero, lo animado y lo inanimado, en él encontrarás reunido todo lo que desees ver".



NA: Por último, mencionas que “la Gītā es, fundamentalmente, expresión de la fe de los bhāgavata. No es un tratado filosófico, sino un canto devocional”. ¿No te parece que, en la recepción occidental del texto esto se ha obviado en muchas ocasiones, poniendo mucho más énfasis en la doctrina del karmayoga y presentándola como la culminación del hinduismo, cuando tal vez esto no es así, o no del todo así?

JA: La magia de la Gītā, como la de los grandes clásicos de la literatura universal, es que tiene diferentes niveles de lectura y en cierto sentido el lector acaba por encontrar lo que inconsciente o conscientemente está buscando en ella. Cada época se ha reflejado en el texto a su manera y la tradición de comentarios ha tratado siempre de, de arrimar el ascua a su sardina, pero la obra ha sobrevivido a todos los intentos de limitar el texto.





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